sábado, 8 de diciembre de 2012

Las Reglas del Juego

Pues sí... por increíble que parezca... he hecho trampa.
El Juego tenía pocas reglas, pero creo que he roto todas y cada una de ellas.

Y lo peor no es haber hecho trampa a otros jugadores.
Lo peor es que las trampas me las he hecho a mi también.
Aunque sospecho que me estaban dejando hacer trampa, lo cual también es trampa.

"Quien roba a un ladrón tiene mil años de perdón"
¿Y el que estafa a un estafador?
¿Y el que caza a un cazador?
¿Y el que hace trampas a un tramposo?

Confesar las trampas no implica sólo perder la dignidad...
Puede que sea al contrario, y que confesar sirva para poder salvar la poca dignidad que quedaba.

Tampoco implica detener el Juego...
Confesar las trampas implica la obligación de seguir jugando.
Eso sí, con casi todas mis cartas boca arriba.
Pocas cartas me quedan ya para mí... pero la partida sigue... sin ases en la manga.



Desconozco como finalizará la partida.
Aceptar "tablas" también sería trampa.
Pero me gusta pensar que si yo gano, ganamos todos.
Y si yo pierdo, perdemos todos.

domingo, 2 de diciembre de 2012

El Refugio de Piedra

Frío pero acogedor.
Duro pero sensible.


Así es mi refugio de Piedra.
Completamente incoherente.
Como el agua deshidratada o el café descafeinado.

Un refugio inexpugnable, pero absolutamente accesible a la vez.
Un refugio que conduce a la locura, y bloquea la cordura.

Un refugio del que me tendré que alejar, a pesar de querer permanecer en él...