Proyectar el reflejo níveo y candoroso que inculca la imagen de lo que se anhela como esencia.
Amparar a las almas atormentadas y olvidadas.
Cobijar a los corazones desmoronados y recoger la sangre derramada.
Tan sólo fachada de profundidades huecas, en las que retumban los ecos de juramentos añejos.
Perder en la memoria la equidad de las acciones, escondiendo disimuladamente el infame rasero que mide lo rayano, para proclamar a los cuatro vientos la virtuosa escala con la que se evalúa lo más remoto.
Enaltecer las migajas de misericordia, relegando al ínfimo trazado la traición cometida.
Acuñar renombre compasivo e indulgente y aletargarse después en las ensoñaciones que impiden distinguir las épocas aciagas.
Enarbolar la bandera de la ecuanimidad y la rectitud para acallar la conciencia, mientras se avanza con el mazo en alto.
Golpe aquí, puyazo allá y... una plegaria para implorar clemencia.
Recapitulando:
corazones binarios que laten en universos paralelos intentando, remontamente, acompasarse. ¿Quién te ha robado Suiza?
ResponderEliminarQuizá la pregunta no sea Quién, si no Qué, o Cuándo, o Cómo, o Dónde, no?
ResponderEliminarAl final me vais a robar hasta la intolerancia al pescado.
ResponderEliminarLas preguntas son estupendas, pero no te lies buscando respuestas, ya te las dará la vida, solo hay que esperar a que lleguen o saberlas leer cuando te las muestra.
ResponderEliminarPor cierto la intolerancia al pescado no es mala en si misma, es peor la intolerancia a las suegras (y más si te duele que tengan un juanete).
RT (Red Tree)