sábado, 12 de marzo de 2011

En un pasillo de Metro de cuya estación no quiero acordarme...

Confieso que hace tiempo que no uso el transporte público.
Pero la verdad es que últimamente tengo la sensación de pasarme horas y horas en un pasillo del metro.

Quizá por lo inusual que resulta para mi el hecho de bajar al metro, y recorrer sus concurridos pasillos, cuando viajo en metro me voy fijando en todo. (Aunque puede que esto sólo sea debido a que soy una persona muy observadora).
Me fijo en los carteles de publicidad, en el aspecto de los demás viajeros, en los músicos de los rincones... por fijarme, me fijo hasta en el color de los paneles que cubren las paredes, los carteles informativos que ayudan a encontrar tu andén y hasta me hipnotizan los paneles luminosos que informan acerca de cuánto tiempo falta para que llegue el siguiente tren.

Supongo que para aquellos que hacen su viaje diariamente, siempre entre las mismas estaciones, con los mismos transbordos, y es posible que hasta con los mismos desconocidos compañeros de viaje, estos detalles les pasan inadvertidos. Van enfrascados en sus libros de bolsillo, escuchan su música favorita con sus auriculares (o sin ellos), o juegan con su móvil durante el trayecto.

Mi trayecto es bien distinto. Yo siempre tengo sitio, mi asiento es cómodo, de espaldas al cristal, como siempre. Lo paradójico es que mi vagón siempre esta quieto, y son los pasajeros los que se pasean ante mi. En todas direcciones, hablando diferentes idiomas, con diferentes acentos. Unos altos, otros bajos, unos más educados, otros más tímidos. Solos, acompañados, esperanzados, cabreados, satisfechos, entristecidos... (Vamos, calcadito al anuncio aquel de la coca-cola).

Y cada estado de ánimo que desfila ante mí, interrumpe mi concentración. Pero total, para lo que yo lo uso...
Ah, había olvidado comentarlo... es que yo... trabajo en el metro (de Madrid informa) [tic@]

(Y que el Consejero de Transportes de CAM me llame loca, pero creo haber tenido algún que otro metrobús entre mis manos).

3 comentarios:

  1. Hay pasillos que se iluminan con el brillo, la esencia, el delicado sonido de un sencillo violín que devuelve en primavera lo que se tornó eterno invierno.

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  2. Si por falta de luminosidad no sera...

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